jueves, 29 de septiembre de 2011

Proyecto contra el bullying homofóbico


      Queremos que seáis parte de KontraKorronte ¿Os lo habíamos dicho? Pues si, ya cada vez os lo queremos poner más fácil, pero a la vez más difícil. Vamos a explicarnos.

      Como asociación queremos ser una parte activa de la sociedad y como este blog es, en estos momentos, una de las ventanas más importantes de la que nos asomamos queremos convertirlo en un verdadero proyecto 2.0.  Es decir, queremos que la participación de, no sólo los socios, sino los simpatizantes de todas las provincias puedan dar la cara, y en este caso, en contra de la homofobia escolar. Hace poco, debido al triste suicidio de un adolescente de 14 años en Estados Unidos pusimos un emotivo vídeo de los trabajadores de Pixar para intentar frenar el suicidio en esa etapa de la vida que es la más vulnerable.

     Todos esos vídeos son un material didáctico muy aprovechable y estamos seguros que muchos profesores estarían deseando apoyarse en vídeos del estilo para su trabajo, pero la barrera idiomática es un freno en este caso. Por ellos os pedimos que nos mandéis vídeos hechos por vosotros en el que la homofobia se vea algo a erradicar, y pueden ser del estilo del vídeo de Pixar, o el que os ponemos en este post. Pero no sólo eso, nosotros publicaremos los vídeos (en castellano, euskera, catalán, gallego, etc.) pero esperamos que esto se convierta en una red.

Nosotros, vosotros, todos contra el bullyng homofóbico



martes, 27 de septiembre de 2011

Tu publicas- Unbelieved (Eduardo Nabal)


 
Nadie sabe nada de las lesbianas persas

“La desazón que produce la lesbiana, como “no del todo mujer”, aparece ligada en general a una cierta fascinación. Entra aquí por supuesto “en juego” el “instinto salvador” (la lesbiana es tan mujer como cualquier otra), pero también está el hecho de que determinadas lesbianas, al absorber “rasgos masculinos”, de lo enérgico, de la actividad en el mundo, e incluso una cierta “virilización”, resultan por esto mismo más atractivas para ciertos hombres, precisamente por su aparente masculinidad, lo que saca a flote un fuerte elemento de homosexualidad reprimida en estos hombres”

                                               Catherine Sheldon (“Cine y lesbianas: Algunas ideas) en “Cine y homosexualidad” Richard Dyer (y otros) (1986)

    Angelina Macarone es una realizadora alemana interesada por los conflictos sociopolíticos de su país que ha rodado un filme infravalorado donde los haya, “Unvelied”, que retrata de forma áspera pero también contundente la situación de las lesbianas que intentan escapar de Irán y  de un régimen donde la homosexualidad y otras formas de “disidencia” religiosa, sociosexual  o directamente política son penadas  hasta con la muerte.

         “Unvelied” nos habla de las fronteras entre los países, de las aduanas, de los puntos de control y también de las fronteras entre los géneros y los cuerpos cuando esta joven se disfraza de hombre y se hace con los papeles masculinos de un hombre que  acaba de suicidarse  y tiene que fingir y actuar para poder llegar a Alemania y trabajar en la sección “masculina” de  una fábrica.

         El filme puede parecernos algo inverosímil, pero las noticias sobre los abusos contra lesbianas, gays,  transexuales o  “mujeres adulteras”, gentes “con costumbres occidentales”   nos dicen que  son cometidos  de forma arbitraria, pero también imparable y abundante,  bajo el régimen iraní. Si “Nadie sabe nada sobre los gatos persas” nos hablaba de la difícil odisea de un infatigable grupo de jóvenes e inquietos  músicos de rock en un país sometido al integrismo y la doble moral, “Unvelied” nos habla de regímenes que cierran sus fronteras a aquellos y aquellas  que por su sexualidad son mal vistos en los designios de Almadineyah., de la precariedad laboral y la vida empobrecida  de las y los inmigrantes en  los países de llegada y de las formas en que se articulan los discursos de odio y alienación.

         El filme tiene el argumento de un “thriller” humanista   con contenido social y  político en  una  larga tradición del cine europeo de los sesenta o los noventa,  de Costa-Gavras a los hermanos Dardenne pasando por Fassbinder, Margaret Von Trotta, Ken Loach, Agnes Varda  o Marco Belloccio,  Tal vez  lo encontremos falto de  lirismo  o  nos parezca que   sus momentos de ternura son algo forzados frente a la acritud que trasmite su puesta en escena, pero “Unvelied” muestra la eficacia del cine-denuncia al acercar una denuncia clara a un mecanismo de ficción, construido tal vez  sin el suficiente gancho,  de manera algo fría y desesperanzada y  sin demasiado humor o lirismo,  pero  sí con gran dureza, afecto por su protagonista  y  fuerza expresiva. 

         Estamos ante la otra cara de “Caramel”, ya que las formas narrativas de Macarone son modernas  a la vez  que increíblemente clásicas con una protagonista única enfrentada a un destino arbitrario marcado por un motivo personal que se vuelve universal: los efectos de la intolerancia sobre las vidas humanas que pueblan el Oriente y el Occidente de nuestro continente, los países de llegada y los lugares (aparentemente lejanos, olvidados) de eso que llamamos Oriente más o menos próximo.

“Unvelied” es una película que nada entre el terreno del docudrama y el drama social, con apuntes hiperrealistas y otros de un seco lirismo. Describe la precariedad laboral de los inmigrantes, legales e ilegales, en los países llamados de acogida y también la violencia ejercida sobre los que no se ajustan a los patrones de género y sexualidad, de forma más brutal bajo regímenes integristas y de forma más sutil en los países democráticos. En algunas secuencias el filme nos evoca al ya clásico del cine independiente “Boys don’t cry” de Kimerbely Pierce donde el protagonista practica el travestismo de mujer a hombre en un entorno igualmente hostil y degradado, y donde es puesta en evidencia por el entorno degradado en el que reside y trabaja pero donde también se descubre a sí misma y  se enamora localmente de una de las chicas del lugar.

         El hecho de que la protagonista adopte un rol masculino para poder sobrevivir subraya el hecho de que la diferencia sexual es a la vez  un disfraz y una lucha permanente , igual que las identidades étnicas o religiosas, igual que los trabajos precarios, la búsqueda de la identidad en un mundo de fronteras y aduanas cada vez más pobladas.

         Un mundo  en resumen de pequeñas mentiras con importancia y grandes verdades que chocan contra muros fabricados por los emperadores del cemento, los jefes de las plantaciones, los explotadores,  los dioses del fariseísmo, la intolerancia que se apodera del poder político-religioso  o el fundamentalismo machista  y los fijadores de identidades, nacionales o corpóreas.

                                             Un texto de Eduardo Nabal.
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sábado, 24 de septiembre de 2011

Cine-Forum en Burgos





   Y si en Madrid os proponemos fotografía, en Burgos cine. El cine forum contará con la presencia de Eduardo Nabal, cinéfilo autor del libro La bruja, el marica y el armario, en el que se analizaban aspectos no tratados del cine gay de los últimos años. Así pues, no hay mejor manera de empezar el mes de octubre que acercarse al cine forum organizado por Kolectivo Gay, sección de Burgos.

     ¿Cuando? El 1 de octubre, sábado a las 18:00 de la tarde.

     ¿Dónde? En La Canaleja (Burgos) en la Avenida Constitución 3

Doble moral: Exposición de fotografía erótica






     Para los que estéis o paseís por Madrid ahora tenéis una oportunidad de disfrutar de un exposición fotográfica de Josu Sein en el bar Lounge del espacio social de erotimos ConSentido. La exposición se innagurará el 6 de octubre a las 20:00 y estará disponible todo el mes de octubre. Según nos anuncian en el evento en facebook, donde podréis compartir más temas con el autor, el día de la innaguración puede que haya una sorpresa. No hay motivo, salvo que durante el mes de agosto no andéis por Madrid para no venir y descubrir una gran exposición

    La exposición será en la siguiente dirección del centro social ConSentido:

Consentido
c/Barco 32
Madrid, Spain

jueves, 22 de septiembre de 2011

Jamey Rodemeyer In Memoriam


   
             Hoy ha sido un día triste. Otros chico de 14 años ha decidido quitarse la vida como recoge esta noticia de dos manzanas. Un chico que no pudo soportar más el acoso homofóbico al que le estaban sometiendo. Otra víctima cuyos verdugos fueron quitándole las ganas de vivir poco a poco, escondidos tras una red que les permitía el anonimato y aupados por una sociedad que sigue condenando al diferente.

                Esto no es nuevo. Ni sucede sólo en Estados Unidos, pero de un tiempo a esta parte, quizás sensibilizados por el tema, se han dado a conocer estos suicidios. Personalidades de la política, del mundo del espectáculo, deportistas, y personas anónimas comenzaron la campaña It get’s better. Casualmente Jamey también subió un vídeo dentro de este movimiento, pero al parecer su entorno debía ser más fuerte para que decidiera acabar con su vida.

                Desde KontraKorronte queremos dar el pésame para todas las personas que sí querían a Jamey y mostrar nuestra indignación porque el porcentaje de adolescentes LGTBQ que se suicidan siga siendo elevado. No es casualidad, sino que responde a una sociedad homófoba que sigue tratando con desprecio a quien no encaja en sus normas morales. Condenamos todo el sufrimiento que ha padecido Jamey, el cual es el verdadero culpable de su muerte. La homofobia es una enfermedad que mata, pero no a quien la padece, sino sobre quien la ejerce.

                Aprovechamos esta triste noticia para exigir a los planes docentes a que hagan desaparecer la homofobia de las aulas, puesto que es algo imprescindible en estos momentos. No podemos ser una sociedad garante de los derechos de los menores si nos olvidamos de unos cuantos. No podemos seguir basando la moral en mitos, sino que esta debe responder por el bienestar integral de sus ciudadanos. Es el momento. El compromiso de KontraKorronte dentro de este ámbito será recordar a los colegios esta labor, y formarles si estos lo vieran necesario.

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martes, 20 de septiembre de 2011

Tú publicas- SEVIGNÉ de Marta Balletbó Coll (por Eduardo Nabal)



“Cuán feliz era yo cuando era una  infeliz”                 
Madame de Sevigné

“Y mientras tenía lugar un corte de comunicación por aquí y otro por allá, una se había sumergido de lleno en su vida profesional, que la absorbía por completo, y la otra debía enfrentarse a un estado de emergencia en el cual –tras una situación de emergencia- llegaba precisamente la Administración, para echarle una manita. Ella pensaba a menudo, si no habría sido mejor  pedir dinero a la mafia…, si hubiese sabido dónde encontrarla”

                                                                                                         Hotel Kempiski” de Marta Balletbó-Coll y Ana Simón Cerezo

La costa catalana ha tenido algo de pionera en el bastante despoblado mar de las lesbianas españolas presentes en el celuloide. Y lo ha sido  gracias, en parte, al vigor, desparpajo, valentía y ternura de los trabajos de Marta Balletbó Coll, que se dio a conocer con el éxito, sobre todo crítico, de “Costa brava”, su primer largometraje, una comedia romántica llenada, sobre todo  por la personalidad de sus protagonistas y su narrativa poco convencional  . Su incursión en la literatura se ha saldado con la publicación de “Hotel Kempiski”, una novela agradable y menor pero impregnada del espíritu de sus autoras, la propia e inconmensurable  Marta y Ana Simón Cereza.

Definida un tanto a la ligera por los desconcertados comentaristas hispanos como la Woody Allen catalana,  Balletbó, formada en el extranjero, ha demostrado ser una realizadora intrépida con un universo fílmico propio, femenino y lesbiano, lleno de vida y de  un humor cáustico, pero también de pasión, dolor, sentimientos y hallazgos. Tras la buena acogida  de “Costa Brava” y el  absoluto batacazo de la fallida “Cariño, he enviado a los hombres a la luna…”, que contó con graves problemas de financiación y producción, se consolida como una autora con  “Sevigné (Júlia Berkowitz)”, una comedia dramática, a la vez humorística y dolorida,  sobre el mundo del teatro y  sobre los sentimientos y las pasiones adormecidas de una mujer.

“Sevigné” cuenta la historia  de un momento crucial en la vida de Júlia Berkowitz (Anna Azcona), antes actriz y  convertida ahora en prestigiosa directora teatral, cuya existencia personal y profesional toma un giro inesperado cuando, a instancias de una misteriosa desconocida que trabaja en la televisión, decide poner en escena una obra sobre Madame de Sevigné. Julia se encuentra dividida entre  su presuntuoso e inseguro marido y su amante Eduard Farelo,  joven y atractivo ayudante de dirección teatral (Ignacio Basauri), cuando conoce a esta misteriosa mujer que la corteja con un amor que,  a semejanza de  la relación entre Madame  de Sevigné y su hija, empieza a llenarse de connotaciones eróticas.

  Casada con Gerardo R. Valcárcel, un vanidoso y algo cínico crítico teatral (con reminiscencias del Addison deWitt al que daba vida George Sanders en esa obra maestra de las palabras que sigue siendo “Eva al denudo”), Julia ve cómo su vida se abre a nuevas sensaciones y sentimientos al conocer a Marina, camaleónica  realizadora y actriz, encarnada por la propia Balletbó, que se aproxima a ella de diferentes formas y a través de los más variopintos caminos. Los obstáculos que deben sortearse  en esta aproximación se  comparan con los senderos de aproximación ambigua pero obsesiva   de Madame de Sevigné a su hija, que  en su caso sortea la distancia  entre ambas a través de la literatura amorosa epistolar.

            Como en su primer largo, “Costa Brava”, el cine de esta realizadora transmite al mismo tiempo una gran necesidad de experimentación lingüística -comparada un tanto a la ligera con el “cine independiente estadounidense”-, y  una muy honda y también desenfadada apertura  al mundo interior de las mujeres y al modo en que  éstas encuentran un espacio que les pertenece (la “habitación propia” de Woolf) lejos del  universo masculino y sus  lugares de palabrería y silencio, un mundo que siempre quiere, y muchas veces logra, imponerse. Un mundo representado aquí por las gentes del Teatro Nacional y sobre todo por el marido y el joven amante de Julia, que comienzan a desconfiar de ella cuando se decide por un montaje intimista, en el que dos mujeres pueden quedarse  solas en el escenario del teatro y de la vida. Los celos de Gerardo son algo así como los celos de  aquellos los hombres de otra época de los que, por cierto, se mofaba en sus cartas Madame de Sevigné, mientras amaba, sin saberlo del todo, a su hija y las mujeres que la rodeaban.

            Julia está interesada en montar   la obra que Marina ha escrito sobre los aspectos secretos de la vida íntima  de  Madame de Sevigné y su relación (cargada de connotaciones “oscuras”) con  su hija, Madame de Guingán, una relación a la vez edípica y llena de ocultaciones  de cortesanas, como el mundo de misterios que se abre ante ella con la aparición de la parlanchina e incombustible Marina. La literatura de Madame de Sevigné no fue considerada  por la mayoría de los críticos de su época  como verdadera literatura, sino tan sólo como cartas privadas, al igual que el amor entre Marina y Ana no va a ser considerado como un “amor en toda regla” y la función que quieren montar juntas sobre la vida de esta célebre cortesana será vista como una empresa quimérica, descabellada o fuera de lugar. La joven directora se encontrará con la oposición abyecta  de su marido, un varonil crítico -al que da vida un divertido José Maria Pou- quien, llevado por los celos y el temor,  no duda en buscar las más viles artimañas para que esa obra, que es también una aproximación afectiva y amorosa de su mujer hacia Marina   no se lleve a efecto, poniendo   en un  principio excusas y finalmente serias trabas.  Pero  esas dos mujeres  han iniciado su propia función, han empezado a  revalorizar un lenguaje que las excluye y a  recorrer diferentes espacios de la geografía catalana que son también las chispas de una pasión irrefrenable.  Han empezado a desarrollar su relación  y exteriorizar  un amor íntimo que se salta  todos los obstáculos y que ahora se desarrolla en el campo, lejos del “Teatro Nacional de  Catalunya” y su feria de grandes y pequeñas vanidades, valores caducos, gentes pretenciosas  e intereses creados. Quieren sacar adelante un proyecto vital, creativo y escénico en desacuerdo con el ambiente teatral del momento, mundillo retratado con cierta ironía y crueldad en sus oscuros intereses económicos y de prestigio, sus rivalidades  y su varonil omnipresencia.

El filme bebe de la novela corta “Hotel Kempiski” -escrita en colaboración con Ana Simón Cerezo- pero encuentra una historia distinta, una atmósfera propia y sobre todo una clara maduración de su estilo narrativo en el campo del lenguaje cinematográfico, a través de la mezcla de formatos, géneros (melodrama  y comedia) y mundos de expresión artística que se superponen (el cine, la televisión, el teatro convencional, burgués y populista  frente al teatro moderno e intimista , la cámara de video)

            La película está narrada con una mezcla de vertiginosidad - saltos temporales,  planos congelados, fotografías hermosas de interiores y exteriores  y planos acelerados-  y una bella lentitud que enfrenta  la palabrería altisonante y pretenciosa  del mundo teatral à la mode  con la sensible aproximación entre dos mujeres aparentemente diferentes que encuentran en un proyecto de trabajo común el comienzo de una vida juntas, en la que  importan más las palabras sinceras y los silencios expresivos que los discursos altivos de críticos, jóvenes realizadores y mujeres que se limitan a ser comparsas . Balletbó, como en “Costa Brava”, cuenta la historia de amor como la exploración de una mirada de mujer y de  lesbiana  que, tanto en espacios abiertos como cerrados -y aquí se subraya la geométrica soledad de Julia  perdida en las grandes superficies-, no quiere ser cómplice  de situaciones competitivas ni de la crispada mirada masculina sobre las relaciones,  sean éstas humanas, sentimentales o  sexuales. Pero este descubrimiento resulta  para Julia un trayecto difícil desde el  ensimismamiento y las dudas íntimas – con sus cada vez más violentos choques con la gente de su entorno inmediato-  hasta el  enamoramiento y la pasión. Se da cuenta de que  descubrirse a sí misma, encarar el pasado y  descubrir a Marina tiene un alto  precio en el mundo del que ella forma parte como mujer y como  prestigiosa directora teatral.

Julia, frente a  un mar embravecido  semejante a  su mundo interior -al que  sacuden  la pasión y las dudas  como las olas sacuden   la costa catalana- , se obligará finalmente a tomar una decisión valiente sobre su propia existencia. Saldrá al escenario acompañada de la voz en off de Marina que reflexiona en un hermoso monólogo final sobre el amor entre mujeres, la madurez y la capacidad de mostrarse ante el  escenario de la vida. Sus palabras finales son “Te quiero Berkowitz”, palabras que el discurso final de Gerardo,  ya  fuera del teatro, no puede acallar.  Inmediatez y lejanía en la obra de una mujer que sabe ver a otras mujeres y que se atreve a descubrir que el mundo en el que eran felices era un mundo hecho de imágenes falsas.


Cuando acabo de escribir de esto recibo un mensaje de Marta que todavía se acuerda de mí y de nuestro furtivo encuentro en Burgos y me dice que ha dejado el cine y ahora es profesora de física y química. Da clases a los niños, y en las horas libres sigue las andanzas del inspector Maigret, leyendo a Simenon como yo leo a Patricia Highsmith. Y me gustaría ser mucho más joven para poder asistir a una de sus clases.



                                             Un texto de Eduardo Nabal.

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viernes, 16 de septiembre de 2011

Tú publicas- Un corto de Ozon recuperado (Eduardo Nabal)



REGARDE LA MER


Regarde la mer” de François Ozon  comienza de un modo paralelo a “Une robe de été”, pero  la naturaleza bien diferenciada de sus personajes impone  un cambio en el   estilo , las tonalidades estéticas  y el  ritmo mucho más pausado, y a la vez crispado, de este otro filme. Una mujer se levanta, da el  biberón a su bebé, trata infructuosamente  de hablar con  su marido  -cuya ausencia marca drásticamente   el filme- y se va a la playa en bici acompañada de su criatura. El desplazamiento del personaje puede considerarse similar, pero aquí el tono es pausado y melancólico, el ensimismamiento de la protagonista nos avanza la clausura anímica de otras mujeres presentes en su cine posterior (como la Charlotte Rampling de “Swiming pool”). La playa, el rumor del viento en los árboles, el rostro de la protagonista al sol, recibiendo una luz que a la vez la despierta y la ciega (algo que reencontraremos con mayor elegancia visual en “Bajo la arena” y “El tiempo que queda”), el rugido de  las olas del mar, la arena son de nuevo el leit-motiv de un relato silencioso e inquietante; pero aquí los colores como la música lánguida dan un sabor otoñal y siniestro a las imágenes.  

Una joven campista irrumpe en las inmediaciones de la casa mientras la protagonista baña a su bebé en la bañera y le pide permiso para instalarse en una parcela del campo que rodea  su hogar; pero la joven es hermética y silenciosa. Ozon se acerca más que nunca a Bergman y sus mujeres, silenciosas y a la vez ruidosas. El sonido realista de los objetos, del agua, del llanto del bebé están ya presentes, con un  tono más marcado que en otros trabajos breves de Ozon, más estilizados. El color rojo es de nuevo empleado con una clara connotación emocional, ya que tras la calma casi parsimoniosa se ocultan algunas corrientes emotivas que van a aflorar en la narración. Aunque la comunicación entre ambas parece difícil. Ozon dota a su primer encuentro dentro de la casa -la cena- de una rara fisicidad haciendo que la  peculiar inquilina (ocupa)  lama el plato de un modo ostentoso   para mostrarnos luego a la protagonista, frente al espejo, lavándose los dientes. Más tarde, en la nocturna intimidad de su cuarto, se masturba con/contra un mueble (¿pensando en la visitante?). A la mañana siguiente exhibe, abriendo las persianas, su radiante desnudez y se pone un vestido rojo, como roja es la tienda de campaña de la visitante, ubicada en su jardín, que brillaba en la oscuridad de la noche o el sombrero que luce, a la luz del sol, su bebé… Todo el filme está presidido, en su primera parte, por largos silencios y por sonidos de lo cotidiano que, sin embargo, adquieren una turbadora resonancia y un oscuro presagio. La relación de las mujeres con los objetos y las superficies o con su propia fisicidad está presidida por la calma en el caso de la protagonista y por un cierto gusto por  lo repugnante en el caso de su cada vez  más  misteriosa inquilina. Sus planos en  el cuarto de baño forman parte de la antología ozoniana de lo bizarre y anticipan, en un tono más descuidado, la hermosa secuencia del baño de Franz (Malik Zidi) en “Gouttes…”, con monólogo teatral fassbinderiano incluido, en la que el realizador nos muestra en primerísimos planos cómo el joven, con inquietante solemnidad,  se quita meticulosamente  las espinillas de la piel y se corta las uñas -fragmentando su cuerpo en primerísimos planos y planos detalle- pero, mientras en aquel caso  se pretendía transmitir inocencia,  hay  en éste un punto de atavismo y progresivo aislamiento.

         Como en “Une robe d´été”,  el bosque frondoso, lindante con el mar y la arena, se erige en espacio del encuentro sexual más inesperado, en este caso  el de la protagonista con un hombre al que poco antes hemos visto mantener una relación furtiva con otro chico en el mismo lugar. La sexualidad en Ozon se une una vez más a elementos tomados del paisaje y la dimensión anímica de los escenarios. Podemos ver mayor proximidad física entre las protagonistas, aunque por sus diálogos y sus silencios percibamos una inquietante distancia entre ambas. No obstante, con su terrorífica conclusión, que algunos considerarán gratuita, el filme acaba situándose más cerca del Ozon cruel y perverso de “Le petit mort”, “Regarde la mer”, “Sitcom”  o  “Les amants criminels” que del lúdico y  travieso pero más apacible de “Une rose entre nous” o  “Une  robe d´été”.




                                             Un texto de Eduardo Nabal.

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jueves, 15 de septiembre de 2011

Actividades para solteros/as




     El fenómeno de los singles ha roto bastantes esquemas de una sociedad programada para funcionar en familia. El single es una persona que vive sola, bien porque es soltera, viuda o divorciada, y que, sin rechazar, en algunos casos, tener una pareja, tampoco llevan mal su estilo de vida. El problema que existe, y por eso decimos que ha pillado con el paso cambiado a la sociedad, es que se encuentran con menos oportunidades de ocio y de conocer gente más allá de salir de noche- que no gusta a todo el mundo- porque los packs suelen estar preparados para familias o parejas muchas veces.

     En el mundo LGTBQ este fenómeno tiene una dimensión mayor; primero porque el número de singles es porcentualmente mucho más elevado que entre las personas heterosexuales, y segundo, porque todavía no hemos podido eliminar del todo, y en muchos casos para nada, un estigma puesto sobre nuestras cabezas, sin quererlo ni beberlo. Una de las apuestas de KontraKorronte ha sido la de crear espacios de ocio para parejas o personas solas, fuera del mundo de la noche; algo que hemos comenzado a hacer, pero que nuestra corta experiencia no nos ha permitido todavía desarrollar del todo.

   Pero eso no es impedimento para mostrar otras experiencia e invitaros, a quienes queráis participar, acercaros. En esta ocasión los compañeros de expogays nos han hecho llegar el evento que están preparando en octubre en Torremolimos, una concentración de solteros durante cuatro o seis días, de encuentros y actividades para todos los gustos. Relax, fiesta, actividades en grupo. Os dejamos enlazado el programa y también la página donde hacer las reservas.

     Además aprovechamos a invitar a asociaciones y organizaciones que planeen eventos, nos hagan llegar las actividades que van a hacer, y empezar a confeccionar una agenda con ella para darlas a conocer. Somos conscientes, tal y como hemos debatido hoy, que se nos han escapado algunas ya en septiembre, como la acampa que EHGAM ha realizado en Gipuzkoa. Por nuestra parte intentaremos estar atentos, pero también invitamos a todo el mundo a que nos haga llegar sus propuestas a kontrakorronte@gmail.com.  

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Drôle de Felix

         



    Hablamos hace unos días de terminar el ciclo involuntario a road movies . Pues con ese motivo presentamos hoy Drôle de Felix, un cuento de hadas que recorre Francia. Es la historia de un joven, cuya vitalidad supera a Amelie de lejos, que decide recorrer el país entero para buscar a un padre que le abandonó hace tiempo, pero acaba conociendo a toda una familia en forma de personas secundarios, con los que va haciendo el camino: su hermano pequeño, su abuela, su primo, su hermana y un padre que no esperaba.

     Felix es gay, está en paro, es de origen inmigrante y seropositivo. Todos estos ingredientes que podrían haberse convertido en un drama se transforman en una película, en la que mientras el personaje va creciendo, como no podía ser de otra forma en una película de estas características, va desnudando a la Francia profunda, con sus miserias y sus grandes momentos y personajes.

     Esta película es recomendable ver en cualquier momento, pero especialmente si se está un poco bajo de moral, pues rezuma optimismo por todo su metraje. Porque nos demuestra que problemas habrá siempre, pero también momentos buenos.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Tú Publicas- Eduardo Nabal



CARAMEL

En la peluquería de Nadine Labaki.


“El matrimonio es más o menos obligatorio en las familias árabes tradicionales. Los matrimonios concertados están muy extendidos y los padres suelen decidir el momento y, también asumen la responsabilidad de encontrar una pareja adecuado. Los hijos e hijos que no sienten expresamente atraídos por el sexo opuesto pueden intentar retrasarlo durante una temporales, por los el abanico de excusas plausibles para no casarse es mínimo. Esto les plantea una alternativas nada envidiable: hacer pública su sexualidad (con todos los consecuencias por ello puede conllevar) o aceptar que el matrimonio es inevitable e intentan reprimir sus necesitados homosexuales o buscarlos vías escape fuera del matrimonio”.

“En el Líbano hay hombres que bailan la danza del vientre, cuyas actuaciones son apreciadas y aplaudidas por un público, aparentemente heterosexual de ambos sexos. En Marruecos se puede ver a hombres travestidos trabajados en las parques de atracciones”
Brian Whitaker “Amor sin nombre. La vida de gays y lesbianas en el Islam”


         Nadine Labaki  es  el nombre de quien más asombro   ha despertado   en el cine contemporáneo  al sorprender a propios y extraños con su delicioso debut en el largo “Caramel”, una historia de mujeres de distintas edades reunidas en el  trabajo de una peluquería situada en la parte cristiana de Beirut, un lugar que se nos presenta como empobrecido pero colmado de vida y amor por las criaturas  que  lo pueblan, diferentes  pero unidas por un destino común.
Labaki no aborda el conflicto que sacude a su país, opta por el intimismo,  no nos habla de la invasión sionista de El Líbano, sólo centra  su atención en un grupo de mujeres que luchan por salir adelante en un lugar que sólo  les puede ofrecer vida y colores.
         Hábil mezcladora de texturas, sonidos, canciones e imágenes, Labaki traza una historia aparentemente ligera que le sirve para reflexionar sobre la condición femenina en un país que, a pesar de los avances que se muestran en el filme está  todavía dominado por sutiles retazos de un estado patriarcal y religioso.
Igual de desenvuelta delante que detrás de las cámaras, la directora y protagonista de “Caramel” nos habla de temas  de mujeres que afectan a las mujeres de todo el mundo: la maternidad, el miedo a envejecer, la infidelidad y los celos, la necesidad de aparentar, el amor entre mujeres, la familia como núcleo a la vez tierno y opresivo, la lucha por la independencia personal, sexual y económica, los contrastes entre la modernidad y las tradiciones…Nos muestra  caracteres femeninos bien diferentes -cuando no opuestos- pero desmonta más de un tópico sobre el comportamiento de las mujeres en los países musulmanes al mostrarnos como se han incorporado a su vida cotidiana muchos elementos de la cultura occidental (los móviles, la publicidad, la falta de miedo ante las fuerzas del orden público (encarnadas por ese joven policía del que acaba enamorándose la protagonista) , la coquetería y la expresión del lesbianismo o la búsqueda de la pasión y el amor en las mujeres de la llamada  “tercera edad”)
“Caramel” es una película de mujeres, con lejanos  ecos de “Volver” de Almodóvar o  de algunos filmes franceses sobre la condición femenina desde un punto de vista moderno e irreverente,  algunos títulos de Ozpetek  y algunos otros filmes mediterráneos sobre la familia, los lazos afectivos “no tradicionales”  y el poder de  la amistad, pero con una visión intimista y visualmente hipnótica de un lugar olvidado por el mundo, pero rescatado por criaturas muy humanas, llenas tanto de  flaquezas como de belleza y encanto.
La música y las voces de esas mujeres que comparten sus problemáticas cotidianas dentro y fuera de ese salón de belleza fotografiado en tonos cálidos, mantienen un ritmo alternativamente lento y fluido  y está  lleno de situaciones tragicómicas, lenguaje mordaz y momentos de extraña sensualidad. La delicadeza con la que Labaki trata a sus mujeres no tiene nada que envidiar a la comprensión con la que Eytan Fox u Ozpetek tratan a sus criaturas, a pesar de sus momentos de confusión amorosa, sutiles enfrentamientos, equívocos  o dolor pasajero. A pesar de  los momentos de ritmo contemplativo,  se nos ofrece un estilo mucho más accesible y en cierto sentido “occidental” que el que encontramos en el hermetismo del cine de Amos Gitai o incluso Chantal Akerman, decantándose por formas audiovisuales atractivas y actuales, narrativa que avanza con claridad  y personajes bien definidos.
Las vidas de estas mujeres se estructuran en torno a verdades y mentiras o verdades a medias que se cuentan a sí mismas o que cuentan a  otros: así Layal trata de atraer a un hombre que nunca dejará a su esposa, Jamal finge tener la regla para parecer más joven de lo que es, Rima disimula su lesbianismo, al menos durante una parte del filme y Nisrin se ve obligada a  fingir ser virgen para llegar a un matrimonio que no puede alterarse con el deseo sexual de la mujer fuera del círculo familiar. El policía joven y simpático trata de contener su atracción creciente por Layal al tiempo que Mimi se maquilla exageradamente  ante el espejo para acudir  a una cita con un anciano caballero. Algunos de estos conflictos se resuelven satisfactoriamente, o las mujeres canalizan sus frustraciones buscando otras vías de escape y realización, pero otros quedan sin resolver como consecuencia de un entorno  nada opulento, una cultura patriarcal y una sociedad en la que  oriente y occidente chocan de manera sutil pero, en el fondo, violenta.
Lejos del distanciamiento  y la burla de las “8 mujeres” de Ozon, Nadine Labaki ama con ternura y comprensión los abismos sentimentales de esas peluqueras, amas de casa o ancianas bordadoras de sueños que pueblan un país joven continuamente amenazado por formas viejas de violencia  e integrismo : el fundamentalismo talibán y la invasión sionista. Al contrario que  en el cine de Balletbó Coll, el lesbianismo no aparece como motor central de la narración sino como una expresión de sentimientos adormecidos en uno más de los personajes del filme, la joven Rima.  Aunque su forma de relacionarse físicamente, la cercanía de sus cuerpos y sus cueros cabelludos nos hagan pensar, a ratos, en una intimidad femenina y feminista cercana al “continuum” entre la amistad y el amor de Adrienne Rich. El filme se cierra con el acto de la mujer que desea Rima dejándose cortar su larga y negra cabellera y observando -entre divertida y algo asustada- el extraordinario cambio que se ha producido en ella reflejado en   las vitrinas del salón de belleza.  Si en el cine de Gitai cortarse el pelo era una acto de penitencia en la opera prima de Labaki es un gesto de liberación sexual  y autorrealización personal. La directora casi nunca se ríe de sus personajes sino que se ríe con sus personajes, al igual que llora con ellas.
Pequeños gestos  pueden adquirir grandes significados: algo que sucede bajo las faldas de una mesa donde come una familia tradicional, el acto de lavar en pelo de otra mujer como un acto de amor y pasión contenida, el hecho de maquillarse y desmaquillarse en una mujer de avanzada edad, el intento de parecer una mujer más joven y el fracaso; recoger papeles del suelo, una visita inesperada, el hecho de limpiar la habitación de un hotel para preparar el cumpleaños de un hombre casado que nunca se presenta…
La peluquería donde trabajan Layal (interpretada por la propia Labaki), Nisrin y Rima no es el único escenario del filme, también vemos la casa donde la anciana Mimi confecciona los trajes de un caballero al que  trata de seducir a pesar de su edad y de la locura de su hermana Lili, la comisaria local y sus agentes prepotentes , la clínica  donde, acompañada de sus amigas, Nisrim se cose el himen para llegar “virgen” al matrimonio, el plató donde Jamal trata de convertirse en actriz o al menos en un rostro más joven para los anuncios de televisión, el hotel donde Layal espera infructuosamente el encuentro con un hombre casado que no responde a sus llamadas y finalmente el espacio más abierto donde se celebra la boda y donde la capacidad de síntesis de Labaki como realizadora llega a su apogeo mezclando el humor, la esperanza, y la alegría y el dolor pasajeros.


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