Aunque peca a veces de larga, esta película es un reflejo de lo que sucedió los días antes de que estallaran las revueltas de Stonewall Inn ante los abusos de la policía que se dedicaba a hacer redadas para arrestar a personas que querían vivir su sexualidad en libertad. Esta película ahonda en la historia que los libros escolares no tocan todavía, ignorando que la conquista de derechos civiles es tan importante como la sucesión de reyes y batallas, mostrando cómo podía vivir un gay en Nueva York de los años sesenta, y las imposiciones legales que limitaban su vida.
Stonnewall, pese a las deficiencias narrativas, es un obra de ficción imprescindible estos días que el material sobre aquella noche no abunda. Una película de obligado visionado para todo activista que quiera conocer los orígenes de su lucha, o por lo menos de la tercera oleada de movimientos gays que empezó esta noche y que abrazó, aunque algunas han soltado, muchas tesis de mayo del 68, y que se reubicó en el trabajo que posteriormente llevó a cabo ActUp, cuando el VIH sembró de nuevo la homofobia entre una capa política que nunca se la quitó de encima.
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