miércoles, 21 de diciembre de 2011

domingo, 18 de diciembre de 2011

El rincón de Eduardo- Jane Eyre






Director: Cary Fukunaga
Guión: Moira Buffini (Novela: Charlotte Brontë)


     “Jane Eyre” es una nueva adaptación  de la novela más famosa de Charlotte Bronte.  El libro, mucho más convencional que “Cumbres borrascosas” de su hermana Emily, es una historia dickensiana acerca de una institutriz que busca su lugar en el mundo y que no se adapta ni a la presión de una familia adoptiva  que no la aprecia ni a las convenciones fijadas para su sexo y estatus social. Eyre (estupenda Mia Wasikowska) transita por diferentes lugares (paramos, colegios, parroquias, caserones)  pero será en la mansión llena de secretos de Thornfield donde encuentre el amor entre las sombras y las luces de un lugar dominado por la presencia del Sr. Rochester (irreconocible Michael Fassbender) atormentado por un pasado que sale a relucir al tiempo que surge el amor arrebatado entre el amo y la  institutriz.

     El director, que sorprendió con la dura “Sin nombre”- acerca de la tribu de los  Mara Salvatrucha mexicanos- ofrece una adaptación elegante  y visualmente imaginativa aunque lastrada por un guión que no aporta gran cosa a uno de los relatos más transitados por el cine y las series televisión y en el que falla el punto central del filme: la química entre los dos protagonistas con lo que  el peso de la historia de amor “fou”  recae en unos diálogos alternativamente inteligentes o acartonados y algo  cursis.

     Se agradece, no obstante, al filme de Fukunaga su inmersión en el universo psicológico y sociológico en el que vive inmersa la protagonista femenina  que destaca por encima de todos los demás personajes del filme. Solo Judi Dench (en el papel de fiel sirvienta de la ominosa mansión en la que  busca refugio esta institutriz poco común) logra robarle alguna secuencia a una joven e inspiradísima Wasikowska que se adueña de  la película, empequeñeciendo a   un M. Fassbender en horas bajas incapaz de  transmitir el dolor interno, la pasión y la furia del personaje masculino más que  en momentos aislados y por sus acciones puntuales. Estamos, pues, ante un filme elegante y arropado por un excelente equipo técnico artístico -con una delicada partitura de Dario Marianelli y una amplia paleta cromática-  pero donde Fukunaga no arriesga casi nunca  más de lo necesario a la hora de contar una historia universal sobre la feminidad, la autosuperación, el amor interclasista y el choque entre lo racional y lo pasional.




Eduardo Nabal es el autor del Blog Al Margen de Mí y autor del libro "El marica, la bruja y el Armario" y colaborado en el blog de KontraKorrorronte donde analiza periódicamente aspectos del cine no comercial de temática LGTBQ o contenidos que se escapan a la mirada clásica en el cine comercial.



domingo, 11 de diciembre de 2011

El rincón de Eduardo- Caminar sobre las aguas



WALK ON WATER (CAMINAR SOBRE LAS AGUAS)
El espía que ¿me amó?

Hansel y Gretel están vivos y bien
Y  residen en Berlín
Ella es camarera y sirve cócteles
Él participó en una película de Fassbinder
Y ahora, de noche, se sientan juntos
A tomar Schapps y Gin
Y ella dice: Hansel, de veras me deprimes
Y ella responde: Gretel, de veras puedes ser una perra
Y continúa: he malgastado mi vida en tu tonta leyenda
Cuando mi único y verdadero amor
Fue la malvada bruja
Y él le responde: la historia es un ángel
Obligado a avanzar de espaldas al futuro
Y él ángel quiere regresar y arreglar las cosas
Reparar lo que fue destruido
De espaldas al futuro
Y a esa tormenta, a esa tormenta
la llaman
Progreso.
Laurie Anderson (“El  sueño previo”)


Un asesinato al borde del mar. Un agente de la Mossad en busca de dos hermanos. Él guarda un secreto pero  también  ellos esconden algunos. Del contacto mutuo ninguna de las dos partes puede salir indemne. Hansel y Gretel se han refugiado en Israel, su felicidad no es del todo completa, ya que Gretel-Pía sabe más que Hansel-Axel  sobre  las zonas oscuras del pasado y casi tanto como Eyal, el agente justiciero “venido del pasado”.

. La tierra prometida donde los dos hermanos quieren olvidar y encarar el futuro no es una tierra plácida, como nos indican  esos atentados suicidas, que aquí resuenan como un eco en las noticias y que será el eje temático de  “The Bubble”, el último trabajo de Fox.

“Walk on water” es un filme amable si lo comparamos con “Yossi & Jagger” o “The Bubble”, pero las cuestiones heredadas del uno (las sexualidades  en un mundo militarizado o en conflicto) y las  que se pondrán de relieve en el último (el conflicto palestino-israelí, la frontera, los nuevos modelos de familia) ya aparecen apuntadas en su hábil construcción dramática, donde no obstante, Fox y Uchovsky quieren ganarse al público internacional  con una apuesta más apacible y, al menos en apariencia, más convencional. Este es su primer filme rodado en inglés y el que les ha abierto definitivamente las puertas al mercado internacional, estrenándose en las salas comerciales de muchos países, lo que, paradójicamente no ha sucedido con su último filme “The Bubble” a pesar de tener el mismo o más gancho, estar rodado con un estilo moderno y fluido- no exento de trampas-  y de ser políticamente más interesante. Y ello pese a que  la película contiene- en una de sus secuencias de acción, la más tensa del filme-  una de las declaraciones políticas más violentas de Fox cuando Axel lamenta que Eyal no haya disparado sobre la banda de neonazis que los asaltan en el metro y  los golpean al verlos junto con un grupo de travestís y transexuales, visibles… Estamos lejos de la extraña  sobriedad y la radicalidad ética, el compromiso político y estética ascética de Gitai,  de su ritmo pausado, sensibilidades ásperas  y su meditada paleta cromática, pero a cambio tenemos  una mirada fresca y joven sobre los mismos temas y algunos más. Fox y Uchovsky son grandes mezcladores de imágenes y canciones aún en detrimento de la solidez o inmediatez de lo que nos cuenta, son dos grandes poetas de la imagen aunque algo atravesado por el videoclip y las series de televisión en las que se formaron como realizadores.

. El “ángel de la muerte” encarnado por Eyal (Lior Askenazi) encarna una masculinidad fálica, retrógrada, monolítica, inseparable de su pistola y su mirada seria, incapaz de derramar una lágrima, carencia  que él achaca a un trauma de nacimiento. Un ser que representa un papel, que miente, espía,  asesina y que busca venganza. Eyal  ha provocado indirectamente el suicidio de la mujer que lo amó y ahora busca obsesivamente encontrar y  asesinar  al abuelo -un antiguo nazi escondido-  de esos dos “hermanos alemanes” que, en cambio,  van a conducirlo por terrenos  desconocidos.

La sombra del pasado es como un fantasma impreciso que pesa en todo el filme sobre la vida de dos jóvenes aficionados a la música y  el baile;  que buscan  encarar el presente y dejar atrás un pasado familiar sombrío,  materializado  en ese agente disfrazado de guía turístico, un varón  de maneras corteses e intenciones homicidas . El segundo largo de Fox es un filme más digerible que “Yossi & Jagger”, o al menos no tan  extremo, con un final más optimista y plácido y sus hábiles puntos de giro argumentales. Esta vez el conflicto bélico Israel-Palestina se encarna  sobre todo  en la furia vengadora de un agente secreto, un hombre  que va  a encontrarse con muchos secretos que acabarán enfrentándolo a su propia identidad. Eyal monta en cólera cuando Axel se pregunta por las motivaciones de los terroristas palestinos. En cierto modo Fox está anunciándonos el tema de su siguiente largo, donde va a implicarse de lleno en el conflicto que sigue sacudiendo su país.

Uno de los principales objetivos  de “Walk on water” es mostrar cómo el amor, no sexual pero sí  extremadamente sensual entre Eyal y Axel va a cambiar al primero, haciéndole abandonar  la idea obsesiva  de matar. Fox de nuevo interpela a las gentes de su país, hace un tímido canto pacifista en una zona devastada por la guerra,  aunque no llegue al desgarrado alegato antibelicista  y la reflexión sociopolítica de “The Bubble”. El novio palestino de Axel está encarnado por Yousef 'Joe' Sweid, el mismo actor árabe que cobrará un trágico y romántico protagonismo en “The Bubble”, y a pesar de su presencia fugaz en el filme  su frase lapidaria “los judíos  estáis obsesionados con lo que os hicieron y no os molestáis en ir más allá…” resuena en todo el filme. Pero  habremos de esperar al  filme siguiente de Fox-Uchovsky para que la frase se materialice en una historia verdadera y en unas imágenes de amor y dolor, en las que  la tragedia palestina aparece como la sombra de un nuevo tipo de  holocausto.

La reacción homófoba de Eyal cuando descubra el secreto de Axel (Axel es gay) será extrema porque en los rituales homosociales que han compartido- mear juntos, ducharse y bañarse juntos en el  mar- Axel no ha revelado “su secreto”- no ha hablado lo bastante- pero Eyal, en esos mismos momentos de contacto físico y humano,  ha compartido  una parte  íntima de sí mismo e incluso ha comenzado a feminizarse. Cuando  por primera vez  falla en las pruebas de tiro, Eyal lo achaca directamente “al exceso de cantantes femeninas”. Cuando frente al Muro de las Lamentaciones Eyal se muestra indignado por todo lo que se le ha ocultado, la desgarrada y algo arrogante Pía (Carolina Peters) no le da una respuesta fácil. Para ella su hermano Axel y su sexualidad -de la que se pavoneaba de adolescente- tampoco es un tema fácil, como tampoco lo es el  hecho de encarar  que su abuelo siga con vida, manchando su presente y la relación con sus padres. La relación entre Axel y Pía es a la vez tensa, cariñosa  y con un punto incestuoso que pertenece, sin duda, a la cultura alemana. Hansel y Gretel también salieron de plumas germánicas. Y es en Berlín, en la mansión donde ocultan al antiguo miembro de las SS,  donde este ángel-demonio herido aprende a llorar en los brazos de Axel, siendo Axel – a la vez tierno y arrojado, a veces poco creíble- quién ponga fin a la vida de su abuelo nazi.

El guión es habilidoso hasta el malabarismo- mezclando con sabiduría el drama y la comedia de situaciones-, pero puede parecernos demasiado alambicado y hasta algo  tramposo  a quienes admiramos la no menos hábil contención de “Yossi & Jagger”. Sin duda la mano de Uchovsky está más presente en este filme, del que es guionista y no sólo productor.  Un trabajo en  el que se incide más en la situación actual de Israel que en el machismo y  la homofobia del ejército y donde se nos muestra  la vida en un  Tel-Aviv moderno y colorista bellamente fotografiado en todos sus escenarios y, de nuevo, acompañado de la música de Ivri Lider. La identidad sexual en las fuerzas armadas de su país vuelve, no obstante  a estar presente aquí  personificado  en el personaje que más drásticamente evoluciona, el falsamente hierático Eyal. Aunque quizá  el cambio de Eyal pueda dejarnos insatisfechos porque esperábamos que acabara en brazos de Axel y acaba en los de Pía. Su contacto con el lado femenino es espiritual y carnal y su redención tiene algo de mesiánica. Eyal se convierte en padre. Pero su recuerdo final en la cinta es para Axel y  se materializa con un lirismo que no teme rozar la cursilería en esa  imagen final en la que ambos caminan sobre el mar de Galilea. No obstante, el filme nos ha planteado  complejos interrogantes sobre las identidades que se mezclan, las culturas que chocan  y las palabras que se contagian. La curiosidad de Eyal sobre la sexualidad de Axel se encuadra dentro de una política de lo normal que en realidad no acaba de cuajar, a pesar de la placidez del hermanamiento final.

Todas estas cuestiones sobre masculinidad y feminidad se llevan a primera línea en  “The Bubble”, otra historia que puede parecernos demasiado rocambolesca pero que mantiene un magnífico  equilibrio entre lo descarnado, lo realista, lo romántico y lo poético.  En un momento de la  cinta Yali, uno de los protagonistas de “The Bubble”, dice: “No empieces con Judith Butler”, una judía también desgarrada por cuestiones de género, raza y sexualidad que está quizás delante -o detrás- del espíritu de estos filmes, por la forma de cuestionar en su obra ensayística  la dicotomía  masculinidad/feminidad  como un producto de  las tecnologías de la raza, la nacionalidad y el militarismo o incluso como un abismo que confunde al sujeto entero/hetero en una posición fóbica. Como decía Trevor Hope “La homosexualidad no es la lógica que sostiene al sujeto masculino sino el abismo que lo confunde y lo arroja en su fóbica ex-sistencia”.



Eduardo Nabal es el autor del Blog Al Margen de Mí y autor del libro "El marica, la bruja y el Armario" y colaborado en el blog de KontraKorrorronte donde analiza periódicamente aspectos del cine no comercial de temática LGTBQ o contenidos que se escapan a la mirada clásica en el cine comercial.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Tú publicas- Melancolía (Eduardo Nabal)





MELANCOLIA

Director y guión: Lars von Trier

            “Melancolía” viene empañada por las ganas de “provocar” de su ególatra realizador. No obstante, al ver este filme se podría decir que es precisamente la grandilocuencia lo que echa a perder las innegables virtudes de su trabajo: el esfuerzo de las dos actrices protagonistas (maravillosas en sus papeles a la vez complementarios y antagónicos), la cuidada iluminación tenebrista, la mezcla de realismo y poesía… lastrado  todo ello por un director que a veces parece un discípulo enfadado de Bergman y otras un adolescente revoltoso jugando a ser Stanley Kubrick con sus propios dogmas . “Melancolía” tiene un esqueleto argumental demasiado endeble como para no provocar cierta irritación en el espectador poco amante del cine “intelectual” y del exceso de metáforas, obviedades, disquisiciones filosóficas de segunda  y diálogos altisonantes.

            En los festivales se ha reconocido el trabajo de la joven  Kirsten Durst encarnando a la depresiva Justine aunque Charlotte Gainsbourg como Claire (su aparentemente más realista y serena hermana) tampoco le va a la zaga en un personaje mucho más contenido que aquel que interpretaba en la desmesurada “Anticristo”

            Estamos ante una apuesta que, como en muchos otros filmes de su realizador, irrita y fascina a partes iguales, sorprende  por su desparpajo pero nos aproxima a la vergüenza ajena cuando se acerca a los grandes discursos, el barroquismo gratuito  y  las pretensiones de genialidad.

            Von Trier en “Melancolía”  coquetea con el drama psicológico, familiar  y el cine fantástico, pero la intención desesperada de hablar en voz alta incluyendo música clásica, imágenes de postal  y gritando más alto que nadie desmerece  de la calidad de sus trabajos y ensombrece la potencia de su aproximación a mentes atormentadas y a  situaciones que se escapan de las manos de quienes las viven. Un  filme, en resumen , de un realizador que aquí juega a, y  pretende ser,  un Visconti nórdico, pero  solo  a ratos convence de que esta transmitiendo sentimientos crispados.






[FRAGMENTO]
EN MEMORIA DE SIGMUND FREUD
Cuando hay tantos a los que lloraremos
y el dolor es tan público, y se ha expuesto
a críticas de todo un tiempo
lo frágil de la angustia y la conciencia,

¿de quiénes hablaremos? Se nos mueren
a diario los que hacían el bien,
conscientes de que nunca era
bastante, intentando mejorar.

Así fue este doctor: a los 80
pensaba en nuestra vida aún: caótica,
que siempre un vago futuro
somete con halagos o amenazas.

Pero no pudo ser; cerró los ojos
ante una imagen última y común:
los problemas como familia
confusa, celosa de nuestra muerte.

Pues tuvo alrededor hasta el final
a quienes estudió, fauna nocturna,
sombras que aguardaban la órbita
brillante de su reconocimiento

y que tuvieron que irse defraudados
mientras que él, desde su vocación,
era devuelto al polvo en Londres,
gran judío muerto en el exilio.

Sólo se alegró el Odio, que veía
crecer así su sórdida clientela,
que cree curarse asesinando,
cubriendo de cenizas los jardines.
[...]

Pero él quería más para nosotros.
A menudo, ser libre es estar solo.
Uniría los trozos rotos
por nuestra noble idea de justicia;

devolvería al grande el albedrío
con el que el más pequeño sólo puede
enzarzarse; devolvería
al hijo el rico espíritu materno,

Y nos recordaría sobre todo
el entusiasmo hacia la noche: aparte
del sentimiento de prodigio
que sólo ella ofrece, porque ella

precisa nuestro amor. Sus criaturas,
con grandes ojos tristes nos reclaman
que les pidamos que nos sigan:
exiliados que anhelan un futuro

que está en nuestro poder. Se alegrarían
también de iluminarnos como él;
de aguantar que gritemos "Judas"
como él y todos los que iluminan.

Una voz racional calla. En su tumba
llora de amor la corte del Impulso:
triste está Eros, constructor de ciudades;
y llorando, la anárquica Afrodita.


                                                Un texto de Eduardo Nabal.
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Tú Publicas- Un testimonio necesario (Eduardo Nabal)







UN TESTIMONIO NECESARIO

SUJETOS DE UN CONTRA-DISCURSO
Una historia intelectual de la producción gay, lesbiana y queer en España.
De Laurentino Vélez-Peligrini
Ediciones Bellaterra SGU, 2011

Por Eduardo Nabal

Es difícil hablar con objetividad de una personalidad tan controvertida como Laurentino Vélez-Pelligrini. No obstante, su ensayo Sujetos de un contra-discurso (Una historia intelectual de la producción teórica gay, lesbiana y queer de España) destaca por su claridad, objetividad y rigor.

            El libro comienza hablando de los efectos sociales y la producción teórica en torno al VIH -uno de los campos de batalla principales de su autor- destacando los trabajos pioneros de Ricardo Llamas en el contexto del Estado Español. Vélez-Pelligrini nos habla del legado filosófico de Paco Vidarte así como de teóricas y ensayistas actuales como Olga Viñuales, Juan Vicente Aliaga,  Javier Sáez, Oscar Guash, Gracia Trujillo  o Alberto Mira, aquellos que han puesto su grano de arena en lengua castellana a un discurso, el de la teoría queer, que había  sido gestado, sobre todo, en lengua extranjera. Pelligrini recoge, con la avidez de un investigador incansable, las rutas que por estos lares han tomado los discursos contra la homofobia y en torno a temas tan dispares como el psicoanálisis, el feminismo lesbiano y el postfeminismo; el cine y el contra-cine, las manifestaciones de arte en torno al VIH  o las políticas del cuerpo, surgidas especialmente a partir de la década de los noventa, con grupos como La Radical Gai o LSD, de Burgos a París,  así como temas candentes como la transexualidad y la intersexualidad y los estudios de género en un mundo académico todavía reacio a recoger su importancia.

            Vélez-Pelligrini apenas habla de sí mismo, diluyéndose  en su trabajo, pero su estilo de sociólogo, colaborador en numerosas publicaciones de carácter ecléctico  y politólogo, impregnan un libro saturado de información nueva donde rebaja algo su alma de polemista incansable a favor de un testimonio fidedigno e inquieto sobre las y los que han creado un discurso algo “a la contra” de las corrientes oficiales y oficialistas del movimiento gay-les-trans. Un movimiento y un panorama integrador  que, en su opinión, se limitan a exigir derechos socioeconómicos, tolerancia  y algunas  parcelas de libertad bajo la tutela de esos poderes fácticos de los que el autor tanto desconfía A pesar de su escepticismo visceral hacia lo “queer” y sus madres teóricas, Vélez-Pelligrini pone su pluma a favor de este tipo de producción intelectual y política, escrita muchas veces desde los márgenes de lo bien visto dentro y fuera de los círculos académicos más convencionales.

Un ensayo, “Sujetos de un contradiscurso…”, que toca muchos temas, pero que surge de la necesidad de dar la palabra a los que han ido construyendo culturas de la diferencia en el seno de un movimiento desarticulado y contradictorio, con personajes no siempre bien avenidos, a los que, no obstante,  él trata de aproximar con una mirada lúcida e incisiva, que en este libro muestra el lado más sereno  de Vélez-Pelligrini  y su incansable búsqueda de la sinceridad.

Controvertida personalidad intelectual, contradictorio y demoledor en ocasiones, Peligrini nos ofrece, no obstante, uno de los ejemplos más notables de producción teórica en castellano de tiempos recientes al tiempo que se erige como inagotable y, en ocasiones, despiadado  cronista de estos mismos discursos intelectuales, divididos entre la teoría, la práctica, el habla y el silencio.


                                               Un texto de Eduardo Nabal.
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miércoles, 30 de noviembre de 2011

1 de diciembre- Día Internacional De la Lucha Contra el SIDA




    30 años hace ya desde que las primeras muertes por VIH se dieron en Estados Unidos, cuando varias personas murieron por una neumonía que no solía atacar a ese grupo de edad, el cual presentaba unas defensas bajas. La ciencia fue rápida y no tardó mucho en dar nombre y causas a lo que sucedía. Una pacata política basada en la mojigata retrasó mucho tanto los avances médicos como los avances sociales hasta que fue lo suficientemente tarde para que muchas personas abandonaran este mundo jóvenes, y para que muchos más sintieran en sus carnes un estigma inútil basado en prejuicios arcaicos. Si la historia de la humanidad está repleta de grandes pandemias, esta se basó en la parte más débil de los humanos, la estupidez para ceder ante las religiones y basar leyes y hechos en sus dogmas, para propagarse. Lo positivo es que se rescató el sexo a primera plana, para bien y para mal. Por otro lado, la comunidad gay se tuvo que reorganziar en torno a este nuevo reto, al estar estigmatizados de base por él, para una de las luchas más activas que se han vivido por una comunidad contra una enfermedad. Pero la historia continua, y se están dando pasos atrás en bajar la guardia, así que desde KontraKorronte, nos sumamos a todos los llamamientos para que se haga una verdadera lucha contra esta pandemia. Con verdadera voluntad política.

Tú publicas- Un método peligroso (Eduardo Nabal)



Director: David Cronenberg

Guión: David Cronenberg (Novela: Christopher Hampton)




 
     En su último  y, en gran medida decepcionante, filme David Cronenberg ahuyenta gran parte de su universo visual a favor de una novela romántica sobre el amor entre Carl Jung y Sabina Spielrein, en lo que pasa de ser una relación médico-paciente a  convertirse  en una pasión ardorosa no sin transitar por algunos personajes célebres del psicoanálisis de la época como el doctor Freud (correcto Viggo Mortensen)- retratado de una forma un tanto oblicua-  o los círculos intelectuales donde se debatían las revolucionarias teorías que el psicoanálisis había destapado sobre la sexualidad como motor de la vida psíquica y las constricciones sociales.

     Sin embargo, al contrario que en sus otros filmes más “psicológicos” o incluso “psiquiátricos” como “Spider” o “Inseparables”, hay poco de la atmosfera malsana, del suspense interno, de las mutaciones corporales y de “la nueva carne”  muy  queridos por el autor canadiense que nos obsequia  esta vez con una historia tan exquisitamente rodada como carente de autentica pasión. La emoción aflora a ratos, pero, si bien Fassbender borda su personaje, Keira Knightley, vuelve a caer en el histrionismo y la monotonía  y su personaje no alcanza la entidad suficiente como para competir con dos actores de fuste. Poca originalidad ofrece, pues,  “Un método peligroso”, más cerca de un biopic al uso –con alguna propuesta verbal atrevida- que de uno de esos monstruos de creatividad visual apabullante del director de la viscosa “ExinteZ”. Cerebral y discursivo  hasta  la extenuación, el filme se acerca solo verbalmente al universo de su director al hablar de la conexión entre el sexo y la muerte como ya hizo en “Crash” o “M. Butterfly” pero la producción  se decanta más por la convección sin perturbar nunca al espectador más de lo necesario. Podríamos rescatar de este, en parte, fallido y algo manierista “Un método peligroso” la ambigüedad moral de sus tres protagonistas y la historia de amor acompañada de los acordes de Howard Shore y Richard Wagner ya que la puesta en escena es demasiado límpida para una historia tan llena de sombras. Parece como si Cronenberg se hubiera rendido ante el sabroso guión del dramaturgo  Christopher Hampton aparcando su propio cosmos de dioses y monstruos. Y, al plegarse a  algunas de las formas del cine británico de qualité, a pesar del inflamable material que maneja y de su atención desmedida a la duración de los planos y la expresión de los rostros,  su historia pierde fuste y el resultado final se acerca a una claudicación por parte del otrora temido director.

                                               Un texto de Eduardo Nabal.
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