WALK ON WATER (CAMINAR SOBRE LAS AGUAS)
El espía que ¿me amó?
Hansel y Gretel están vivos y bien
Ella es camarera y sirve cócteles
Él participó en una película de Fassbinder
Y ahora, de noche, se sientan juntos
A tomar Schapps y Gin
Y ella dice: Hansel, de veras me deprimes
Y ella responde: Gretel, de veras puedes ser una perra
Y continúa: he malgastado mi vida en tu tonta leyenda
Cuando mi único y verdadero amor
Fue la malvada bruja
Y él le responde: la historia es un ángel
Obligado a avanzar de espaldas al futuro
Y él ángel quiere regresar y arreglar las cosas
Reparar lo que fue destruido
De espaldas al futuro
Y a esa tormenta, a esa tormenta
la llaman
Progreso.
Laurie Anderson (“El sueño previo”)
Un asesinato al borde del mar. Un agente
de la Mossad en busca de dos hermanos. Él guarda un secreto pero también
ellos esconden algunos. Del contacto mutuo ninguna de las dos partes
puede salir indemne. Hansel y Gretel se han refugiado en Israel, su felicidad
no es del todo completa, ya que Gretel-Pía sabe más que Hansel-Axel sobre
las zonas oscuras del pasado y casi tanto como Eyal, el agente justiciero
“venido del pasado”.
. La tierra prometida donde los dos
hermanos quieren olvidar y encarar el futuro no es una tierra plácida, como nos
indican esos atentados suicidas, que aquí resuenan como un eco en las
noticias y que será el eje temático de “The Bubble”, el último
trabajo de Fox.
“Walk on water” es un filme amable si lo
comparamos con “Yossi & Jagger” o “The Bubble”, pero las
cuestiones heredadas del uno (las sexualidades en un mundo militarizado o
en conflicto) y las que se pondrán de relieve en el último (el conflicto
palestino-israelí, la frontera, los nuevos modelos de familia) ya aparecen
apuntadas en su hábil construcción dramática, donde no obstante, Fox y Uchovsky
quieren ganarse al público internacional con una apuesta más apacible y,
al menos en apariencia, más convencional. Este es su primer filme rodado en
inglés y el que les ha abierto definitivamente las puertas al mercado
internacional, estrenándose en las salas comerciales de muchos países, lo que,
paradójicamente no ha sucedido con su último filme “The Bubble” a pesar de
tener el mismo o más gancho, estar rodado con un estilo moderno y fluido- no exento
de trampas- y de ser políticamente más interesante. Y ello pese a que
la película contiene- en una de sus secuencias de acción, la más tensa
del filme- una de las declaraciones políticas más violentas de Fox cuando
Axel lamenta que Eyal no haya disparado sobre la banda de neonazis que los
asaltan en el metro y los golpean al verlos junto con un grupo de
travestís y transexuales, visibles… Estamos lejos de la extraña sobriedad
y la radicalidad ética, el compromiso político y estética ascética de Gitai,
de su ritmo pausado, sensibilidades ásperas y su meditada paleta
cromática, pero a cambio tenemos una mirada fresca y joven sobre los
mismos temas y algunos más. Fox y Uchovsky son grandes mezcladores de imágenes
y canciones aún en detrimento de la solidez o inmediatez de lo que nos cuenta,
son dos grandes poetas de la imagen aunque algo atravesado por el videoclip y
las series de televisión en las que se formaron como realizadores.
. El “ángel de la muerte” encarnado por
Eyal (Lior Askenazi) encarna una masculinidad fálica, retrógrada, monolítica,
inseparable de su pistola y su mirada seria, incapaz de derramar una lágrima,
carencia que él achaca a un trauma de nacimiento. Un ser que representa
un papel, que miente, espía, asesina y que busca venganza. Eyal ha
provocado indirectamente el suicidio de la mujer que lo amó y ahora busca
obsesivamente encontrar y asesinar al abuelo -un antiguo nazi
escondido- de esos dos “hermanos alemanes” que, en cambio, van a
conducirlo por terrenos desconocidos.
La sombra del pasado es como un fantasma
impreciso que pesa en todo el filme sobre la vida de dos jóvenes aficionados a
la música y el baile; que buscan encarar el presente y dejar
atrás un pasado familiar sombrío, materializado en ese agente disfrazado
de guía turístico, un varón de maneras corteses e intenciones homicidas .
El segundo largo de Fox es un filme más digerible que “Yossi & Jagger”, o
al menos no tan extremo, con un final más optimista y plácido y sus
hábiles puntos de giro argumentales. Esta vez el conflicto bélico
Israel-Palestina se encarna sobre todo en la furia vengadora de un
agente secreto, un hombre que va a encontrarse con muchos secretos
que acabarán enfrentándolo a su propia identidad. Eyal monta en cólera cuando
Axel se pregunta por las motivaciones de los terroristas palestinos. En cierto
modo Fox está anunciándonos el tema de su siguiente largo, donde va a
implicarse de lleno en el conflicto que sigue sacudiendo su país.
Uno de los principales objetivos de “Walk
on water” es mostrar cómo el amor, no sexual pero sí extremadamente
sensual entre Eyal y Axel va a cambiar al primero, haciéndole abandonar
la idea obsesiva de matar. Fox de nuevo interpela a las gentes de
su país, hace un tímido canto pacifista en una zona devastada por la guerra,
aunque no llegue al desgarrado alegato antibelicista y la reflexión
sociopolítica de “The Bubble”. El novio palestino de Axel está encarnado
por Yousef
'Joe' Sweid, el mismo actor árabe que cobrará un trágico y romántico protagonismo en “The
Bubble”, y a pesar de su presencia fugaz en el filme su frase
lapidaria “los judíos estáis obsesionados con lo que os hicieron y no
os molestáis en ir más allá…” resuena en todo el filme. Pero habremos
de esperar al filme siguiente de Fox-Uchovsky para que la frase se
materialice en una historia verdadera y en unas imágenes de amor y dolor, en
las que la tragedia palestina aparece como la sombra de un nuevo tipo de
holocausto.
La reacción homófoba de Eyal cuando
descubra el secreto de Axel (Axel es gay) será extrema porque en los rituales
homosociales que han compartido- mear juntos, ducharse y bañarse juntos en el
mar- Axel no ha revelado “su secreto”- no ha hablado lo bastante- pero
Eyal, en esos mismos momentos de contacto físico y humano, ha compartido
una parte íntima de sí mismo e incluso ha comenzado a feminizarse.
Cuando por primera vez falla en las pruebas de tiro, Eyal lo achaca
directamente “al exceso de cantantes femeninas”. Cuando frente al Muro
de las Lamentaciones Eyal se muestra indignado por todo lo que se le ha
ocultado, la desgarrada y algo arrogante Pía (Carolina Peters) no le da una
respuesta fácil. Para ella su hermano Axel y su sexualidad -de la que se
pavoneaba de adolescente- tampoco es un tema fácil, como tampoco lo es el
hecho de encarar que su abuelo siga con vida, manchando su presente
y la relación con sus padres. La relación entre Axel y Pía es a la vez tensa,
cariñosa y con un punto incestuoso que pertenece, sin duda, a la cultura
alemana. Hansel y Gretel también salieron de plumas germánicas. Y es en Berlín,
en la mansión donde ocultan al antiguo miembro de las SS, donde este
ángel-demonio herido aprende a llorar en los brazos de Axel, siendo Axel – a la
vez tierno y arrojado, a veces poco creíble- quién ponga fin a la vida de su
abuelo nazi.
El guión es habilidoso hasta el
malabarismo- mezclando con sabiduría el drama y la comedia de situaciones-,
pero puede parecernos demasiado alambicado y hasta algo tramposo a
quienes admiramos la no menos hábil contención de “Yossi & Jagger”. Sin
duda la mano de Uchovsky está más presente en este filme, del que es guionista
y no sólo productor. Un trabajo en el que se incide más en la
situación actual de Israel que en el machismo y la homofobia del ejército
y donde se nos muestra la vida en un Tel-Aviv moderno y colorista
bellamente fotografiado en todos sus escenarios y, de nuevo, acompañado de la
música de Ivri Lider. La identidad sexual en las fuerzas armadas de su país
vuelve, no obstante a estar presente aquí personificado en el
personaje que más drásticamente evoluciona, el falsamente hierático Eyal.
Aunque quizá el cambio de Eyal pueda dejarnos insatisfechos porque
esperábamos que acabara en brazos de Axel y acaba en los de Pía. Su contacto
con el lado femenino es espiritual y carnal y su redención tiene algo de
mesiánica. Eyal se convierte en padre. Pero su recuerdo final en la cinta es
para Axel y se materializa con un lirismo que no teme rozar la cursilería
en esa imagen final en la que ambos caminan sobre el mar de Galilea. No
obstante, el filme nos ha planteado complejos interrogantes sobre las
identidades que se mezclan, las culturas que chocan y las palabras que se
contagian. La curiosidad de Eyal sobre la sexualidad de Axel se encuadra dentro
de una política de lo normal que en realidad no acaba de cuajar, a pesar
de la placidez del hermanamiento final.
Todas estas cuestiones sobre masculinidad
y feminidad se llevan a primera línea en “The Bubble”, otra
historia que puede parecernos demasiado rocambolesca pero que mantiene un
magnífico equilibrio entre lo descarnado, lo realista, lo romántico y lo
poético. En un momento de la cinta Yali, uno de los protagonistas
de “The Bubble”, dice: “No empieces con Judith Butler”, una judía
también desgarrada por cuestiones de género, raza y sexualidad que está quizás
delante -o detrás- del espíritu de estos filmes, por la forma de cuestionar en
su obra ensayística la dicotomía masculinidad/feminidad como
un producto de las tecnologías de la raza, la nacionalidad y el
militarismo o incluso como un abismo que confunde al sujeto entero/hetero en
una posición fóbica. Como decía Trevor Hope “La homosexualidad no es la
lógica que sostiene al sujeto masculino sino el abismo que lo confunde y lo
arroja en su fóbica ex-sistencia”.
Eduardo Nabal es el autor del Blog Al Margen de Mí y autor del libro "El marica, la bruja y el Armario" y colaborado en el blog de KontraKorrorronte donde analiza periódicamente aspectos del cine no comercial de temática LGTBQ o contenidos que se escapan a la mirada clásica en el cine comercial.
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