Nadie sabe nada de
las lesbianas persas
“La desazón
que produce la lesbiana, como “no del todo mujer”, aparece ligada en general a
una cierta fascinación. Entra aquí por supuesto “en juego” el “instinto
salvador” (la lesbiana es tan mujer como cualquier otra), pero también está el
hecho de que determinadas lesbianas, al absorber “rasgos masculinos”, de lo
enérgico, de la actividad en el mundo, e incluso una cierta “virilización”,
resultan por esto mismo más atractivas para ciertos hombres, precisamente por
su aparente masculinidad, lo que saca a flote un fuerte elemento de
homosexualidad reprimida en estos hombres”
Catherine
Sheldon (“Cine y lesbianas: Algunas ideas) en “Cine y homosexualidad” Richard
Dyer (y otros) (1986)
Angelina Macarone es una
realizadora alemana interesada por los conflictos sociopolíticos de su país que
ha rodado un filme infravalorado donde los haya, “Unvelied”, que retrata de
forma áspera pero también contundente la situación de las lesbianas que intentan
escapar de Irán y de un régimen donde la
homosexualidad y otras formas de “disidencia” religiosa, sociosexual o directamente política son penadas hasta con la muerte.
“Unvelied”
nos habla de las fronteras entre los países, de las aduanas, de los puntos de
control y también de las fronteras entre los géneros y los cuerpos cuando esta
joven se disfraza de hombre y se hace con los papeles masculinos de un hombre
que acaba de suicidarse y tiene que fingir y actuar para poder llegar
a Alemania y trabajar en la sección “masculina” de una fábrica.
El
filme puede parecernos algo inverosímil, pero las noticias sobre los abusos
contra lesbianas, gays, transexuales
o “mujeres adulteras”, gentes “con
costumbres occidentales” nos dicen
que son cometidos de forma arbitraria, pero también imparable y
abundante, bajo el régimen iraní. Si
“Nadie sabe nada sobre los gatos persas” nos hablaba de la difícil odisea de un
infatigable grupo de jóvenes e inquietos
músicos de rock en un país sometido al integrismo y la doble moral,
“Unvelied” nos habla de regímenes que cierran sus fronteras a aquellos y
aquellas que por su sexualidad son mal
vistos en los designios de Almadineyah., de la precariedad laboral y la vida
empobrecida de las y los inmigrantes
en los países de llegada y de las formas
en que se articulan los discursos de odio y alienación.
El
filme tiene el argumento de un “thriller” humanista con contenido social y político en
una larga tradición del cine
europeo de los sesenta o los noventa, de
Costa-Gavras a los hermanos Dardenne pasando por Fassbinder, Margaret Von
Trotta, Ken Loach, Agnes Varda o Marco
Belloccio, Tal vez lo encontremos falto de lirismo
o nos parezca que sus momentos de ternura son algo forzados
frente a la acritud que trasmite su puesta en escena, pero “Unvelied” muestra
la eficacia del cine-denuncia al acercar una denuncia clara a un mecanismo de
ficción, construido tal vez sin el
suficiente gancho, de manera algo fría y
desesperanzada y sin demasiado humor o
lirismo, pero sí con gran dureza, afecto por su
protagonista y fuerza expresiva.
Estamos
ante la otra cara de “Caramel”, ya que las formas narrativas de Macarone son
modernas a la vez que increíblemente clásicas con una
protagonista única enfrentada a un destino arbitrario marcado por un motivo
personal que se vuelve universal: los efectos de la intolerancia sobre las
vidas humanas que pueblan el Oriente y el Occidente de nuestro continente, los
países de llegada y los lugares (aparentemente lejanos, olvidados) de eso que
llamamos Oriente más o menos próximo.
“Unvelied” es una película que nada entre el terreno del
docudrama y el drama social, con apuntes hiperrealistas y otros de un seco
lirismo. Describe la precariedad laboral de
los inmigrantes, legales e ilegales, en los países llamados de acogida y
también la violencia ejercida sobre los que no se ajustan a los patrones de
género y sexualidad, de forma más brutal bajo regímenes integristas y de forma
más sutil en los países democráticos. En algunas secuencias el filme nos evoca
al ya clásico del cine independiente “Boys don’t cry” de Kimerbely Pierce donde
el protagonista practica el travestismo de mujer a hombre en un entorno
igualmente hostil y degradado, y donde es puesta en evidencia por el entorno
degradado en el que reside y trabaja pero donde también se descubre a sí misma
y se enamora localmente de una de las
chicas del lugar.
El
hecho de que la protagonista adopte un rol masculino para poder sobrevivir
subraya el hecho de que la diferencia sexual es a la vez un disfraz y una lucha permanente , igual que
las identidades étnicas o religiosas, igual que los trabajos precarios, la
búsqueda de la identidad en un mundo de fronteras y aduanas cada vez más pobladas.
Un
mundo en resumen de pequeñas mentiras
con importancia y grandes verdades que chocan contra muros fabricados por los
emperadores del cemento, los jefes de las plantaciones, los explotadores, los dioses del fariseísmo, la intolerancia
que se apodera del poder político-religioso
o el fundamentalismo machista y
los fijadores de identidades, nacionales o corpóreas.
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